La famosa espada que siempre hemos atribuido a don Rodrigo Díaz de Vivar (El Cid Campeador para los amigos) en realidad no existe ninguna prueba de que perteneciese a este caballero castellano del siglo XI, que llegó a dominar el levante de nuestra querida península. No obstante, cuando el río suena, agua lleva y en este caso la tradición y la literatura así al menos lo confirman.
En estos tiempos de confirmaciones científicas, caen por su peso demasiados mitos que nos han acompañado durante muchos años, alimentando nuestra imaginación. Los niños de ahora sueñan con otras cosas, pero los de mí época, más de una vez hemos imaginado ser unos valerosos caballeros, portadores de una magnifica espada (sin láser) con la que combatir a los enemigos, restablecer algún orden o rescatar alguna princesa.
Me quiero quedar por tanto, con la creencia de que la famosa hoja en realidad perteneció al Cid y que junto con su otra célebre espada “La colada” combatió a los malos de entonces, tal y como nos cuenta la leyenda.
De menos leyenda es lo que supuestamente le pagamos (La junta de castilla y león) a algún descendiente de los Marqueses de Falces, por la que se encuentra en el Museo de Burgos (Un millón, seiscientos mil eurazos) eso si que es anti-legendario total.
En la acanaladura del centro tiene grabado “IO SOI TIZONA”
(En Cuchillería Pastor podéis haceros con una réplica por algo menos de lo que le pagamos al marqués).
Saludos.